Festival de Cine
Detrás de esas paredes conocí a personas increíbles que fueron como mi familia durante las semanas lejos de casa, fueron quienes me enseñaron a sobrevivir en los días de estrés y a jugar dominó cubano los fines de semana. Los días en San Miguel son largos, me gustaba pasear por las mañanas, comprar un helado de queso y sentarme en una banca a ver pasar el tiempo y los rostros. Las noches son tranquilas para estar en las terrazas de los edificios viendo como la ciudad se ilumina con las miles de luces que decoran las fachadas y las aceras. Conocí San miguel mientras los días en la oficina me lo permitieron, pues a una semana de comenzar actividades en el festival mi vida se redujo a hacer llamadas, enviar documentos por fax, hacer paquetes, coordinas agendas, acreditar invitados y hacer multiples entregas. El Festival siempre resulta adictivo, lo odias, lo amas y luego lo extrañas. Es eso y las increíbles anécdotas lo que hace que todos regresen a trabajar año con año, a pesar de las escasas horas de descanso y las muchas canas que deja a cambio.
Al final, el trabajo de 18 meses se resume a la fiesta filmica de 10 días en los que comer y dormir no forman parte del vocabulario, pero donde las fiestas y los eventos son parte primordial de la agenda. Lejos de las exposiciones y muestras de cine con las que cuenta el festival durante todo el día, existen muchas actividades importantes en la agenda de sarah, como ruedas de prensa, plantaciones simbólicas, presentaciones editoriales, entrevistas personales, desayunos, comidas y cenas en honor a los homenajeados y muchas pero muchas fiestas nocturnas.
De cada uno de los días en expresion hay miles de historias que podría contar, por eso prometí hacer un making off del comité organizador en plena acción para el siguiente año. Cuando volvimos a San Miguel, Bambina y Santiago me adoptaron en su hogar. Despues de la oficina veíamos películas, comiamos huevitos de chocolate y cuando había fiesta ibamos más que puestos a celebrar. Cuando llegó el día de partir Bambina quería encerrarme en la jaulita de cuscus (su hurón) para que no me regresara a mi casa. Prometí volver y asi lo haré pronto. Extraño mucho esos días.
Ser parte de Expresión en corto esas semanas significó aprender de los errores propios y ajenos, resolver los imprevistos, aprender a sobrellevar el cansancio, multiplicarme y tratar de ser omnipresente, intentar lucir arreglada en 5 minutos, nunca olvidar la cruz de plata del homenajeado (resguardadas en una caja de carton con mi nombre), memorizar datos, nombres, direcciones y telefonos y anticiparme a las necesidades de Sarah, entre muchas muchas cosas mas. Los días de festival, las tardes en San Miguel de Allende y las noches de dominó cubano formaron parte importante de las ultimas semanas que estuve lejos de casa, momentos que agradezco infinitamente por haberlos vivido.
¡Más cine Por Favor!
Foto 1: Atardecer en San Miguel, Foto 2: Jardin Principal, Fotro 3: Sarah Hoch, Foto 4: Comité organizador clausura, Foto 5: Fiesta inaugural, Bambina, Santiago, lalo y yo) Yaz Portugal