SEGUNDOS
Un año tiene más que 365 días; son 8,760 sueños dispersos en millones de suspiros. Es una batalla de luchas, temores y victorias.
Un año significan 525 mil historias y minutos que nos envuelven. Significan pérdidas de seres queridos y sumas de experiencias adquiridas.
Los pasos avanzados nos invitan a continuar en el camino, descubriendo entre letreros engañosos que es mejor girar a la derecha que a la izquierda, y nos recuerdan que el norte no siempre es lo mejor.
En estos días transcurridos he inventado tantos pretextos para no escribir como granos de arena hay en las playas. Por temor quizá en reconocer lo mucho que me cuesta dejar los segundos transcurrir para convertirlos en lo que ya fue.
Soy sin embargo profundamente feliz de ver la vida que viene, que se asoma lentamente tras la ventana de mi departamento, que me advierte que es maravilloso estar viva.
Porque sé que el festival sigue creciendo y yo con él, porque sé que detrás de tu vestido de novia sigues siendo la niña con los pies fríos en la noche, porque sigo tocando las teclas polvosas de mi piano y olvidando las melodías, porque está ese libro sin terminar sobre mi buró, porque de noche aun llegas sigiloso a prepararte tu café en silencio, porque ladras cuando me escuchas llegar, porque el sol sigue saliendo, porque te he encontrado en mi camino, porque ahí estás preparando la comida cada tarde sobre la mesa de tu familia, nuestra familia.
Hoy siento más que nunca esos 8,760 sueños que se han cumplido y que me traen ahora hasta esta cama sobre la que escribo después de tantos pretextos que hoy se dejan vencer. Porque nadie como tu me hace volver al camino, y las 525 mil historias recobran sentido.
Siguen pasando los segundos porque ese ridículo reloj sobre mi pared me los recuerda en cada tic tac. Y acepto que se van, dejando otra huella que probablemente recuerde, aunque hoy después de tanto tiempo, ya no me duela dejarlos escapar...
11 de octubre del 2011