YaZ PöRtuGaL

Puedo decir orgullosa que naci sin ayuda, no porque fuera bien cabrona desde chiquita, sino porque los doctores se habian ido a comer y dejaron a mi madre pujando afuera del quirófano.

Asi es que al momento de nacer y sin nadie que me ayudara en el duro proceso de llegar a este mundo, me raspe la nariz contra la rugosa sabana blanca de la camilla. Todavía a veces, cuando hace frío, se me nota el peculiar lunar rojo en la punta de la naríz.

Esa noche desperté a todos los bebés de los cuneros con mi llanto, que no paró desde que nací hasta las tantas de la madrugada en que las enfermeras tuvieron que sacarme para que los bebes pudieran dormir y yo me callara. Dice mi mamá que cuando entraron a su cuarto y me pusieron junto a su pecho, me quedé dormida y en el hospital volvió a reinar el silencio.

Esta soy yo, Yazmin Portugal Arzate. Signo Cáncer. Ojos rasgados de herencia maya, Lunar en la nariz cuando hace frío, pelo esponjoso y rebelde, de piel amarilla, y las orejas muy muy pequeñas.

Me parezco horrores a mi papá. Soy toda su cara y su caracter. De él herede los aires de poeta, el amor por los postres, el talento musical, el gusto por la fotografía, el malhumor, el parpado derecho mas cerrado que el izquiero (herencia de los Portugal), el pelo como algodón, la locura, y el gran corazón de pollo.
La mayoría de los que conozco dicen que de mi mamá no tengo nada. Pero eso no es cierto. Me heredó su inteligencia, lo escandaloso de su risa, el talento histriónico, la gran memoria, lo sensible, lo paciente, lo incansable y luchona, la facilidad de palabra, el amor por el hogar, las ganas de leer por las noches y un lunar en la pierna izquierda.

Dicen que tengo cara de traviesa. Pero nunca lo fuí. Era una niña extremandamente aburrida. Nuna me metía en líos, nunca resongaba, siempre respetaba las reglas, Siempre sabaca 10, Nunca me rebelé, y a todo le tenia miedo. Con el tiempo eso se me ha ido quitando, pero no cabe duda que siempre seré una ñoña.
Me dan ganas de abrazarme a mi misma. Si hoy pudiera reencontrame conmigo en esos días de colegio en los que me sentaba en las bancas de madera de los largos corredores, me sentaría a un lado de mi, y me observaría terminar de comer el lunch. Diría las palabras que siempre quice escuchar de un adulto:
" No te preocupes, vas a tener una vida maravillosa"

Sí, hoy tengo una vida maravillosa. Mañana no lo sé, mañana ya es otro día.